martes, 1 de julio de 2008

El tiempo corre


Hoy supe que hay una gran melodía que suena constantemente, y es tu Voz que todo lo dirige y lo lleva casi imperceptiblemente hacia la meta, hacia delante, siempre hacia arriba incansablemente.
El tiempo corre y yo navego contigo por el espacio, marchamos hacia un puerto que tú conoces bien y yo sé que será bueno sin duda.
Tú corres a través mío, y correrás una y otra vez, cual un río eterno, siempre renovado y siempre igual de alguna manera. Sí, algo hay en mí, que vió y verá muchos atardeceres y amaneceres. Surgir de la noche la luz y apagarse lentamente en el horizonte. Volar los pájaros escribiendo notas musicales en el cielo, abrirse las flores al sol y aspirar su perfume siempre nuevo y potente cual un beso mágico, divino. Veré correr las nubes impulsadas por un viento misterioso, por un espíritu manso o impetuoso, invisible y visible al mismo tiempo, que nos habla de viajes, encuentros y nuevos puertos esperándonos. Y de pronto, tras la tormenta, el gris y la tristeza, abrirse el cielo y mostrarme su azul purísimo cual el corazón de una virgen.
Al Sol poderoso, como siempre, brillar como el Ojo de un Dios, lleno de felicidad, alegría y éxtasis. Triunfador soberano de todos sus enemigos eternamente. Y yo, su eterna admiradora, devota, su amante fiel, constante.
Corre vida, sigue tu marcha, sigue tu camino, llévanos en tu celeste barca, hoy sé que siempre estaré segura contigo, de un modo u otro, en tu barca terrestre o en la celeste. ¡Tú, oh divina Inteligencia!, por todos miras, a todos nos custodias, nada hay que temer, velas, vigilas, no estamos solos nunca, aunque así lo parezca.
¡Gracias, Padre-Madre!, hoy sé que hay un tiempo para todo, y en cada uno, su actividad, su lucha, su siembra, su razón de ser.